COLABORACIÓN
(LA ECOLÓGICA )
En estos momentos la
sociedad, la bien pensante, --- no la de mente rica y bolsillo pobre ni los
llamados mercados (capitalismo destructor) --- se enfrenta a un profundo
dilema. Tal y como está montado el sistema de crecimiento (consumir por
consumir), frenarlo sería el colapso, una hecatombe vamos. Por otro lado crecer
de manera ilimitada como hasta ahora significa un serio peligro para los
ecosistemas de los que dependemos tanto nosotros, como las generaciones
venideras.
Para cambiar el sistema
actual, lo primero que tiene que pasar es que los políticos dejen de ignorar
este dilema, ejerzan de políticos y se liberen del secuestro al que le tienen
sometidos los "mercados" (capitalismo destructor). Son ellos, los
políticos, los que se mantienen aislados (vendidos o secuestrados por sus
“mercados”), porque en la sociedad, aunque de manera lenta, comienza a haber
debate y va pensando en que se puede ir desvinculando el crecimiento de sus
impactos materiales mientras la economía se expande exponencialmente. Es difícil
reconocer la magnitud de semejante tarea. En este mundo de miles de millones de
personas, en el que todos aspiramos a un estilo de vida como el occidental, la
intensidad de carbono por cada euro producido en los próximos veinticinco años
debería ser al menos 130 veces menor de lo que es en la actualidad y a finales
de este siglo la actividad económica tendría que estar retirando carbono en
lugar de emitirlo. Claro, los guiñoles llamados políticos deben ejercer de
tales, poniendo al poder económico (mercados) en el lugar que deben ocupar,
tienen que dejar de mirar en la dirección equivocada, tienen que dejar de
mentir como bellacos haciéndonos creer en milagros y que la tecnología del gran
capital (mercados) nos sacará de la “m…….”
en que ellos mismos nos han metido.
La sociedad bien
pensante, está preparada para el gran cambio; está preparada para la tercera
revolución industrial, la revolución ecológica. Los únicos que no están
preparados son los guiñoles-políticos que se dejan manipular por esos nefastos
“mercados”. Ahora bien, para impulsar esta tercera revolución industrial la
inversión es absolutamente fundamental y debe cambiar la naturaleza de la
misma. En lugar de estimular la productividad, la inversión deberá orientarse
hacia la transformación ecológica: incremento de la eficiencia energética y de
los recursos, tecnologías e infraestructuras con bajas emisiones de carbono, la
extracción de recursos en esta nueva economía han de disminuir pues se ha de
llegar a reciclar el cien por cien de los RSU. Se aprovecharan los desperdicios
para generar energía. Todas las materias primas se utilizaran en ciclos
biológicos o técnicos por separado, de una manera que permita su uso perpetuo. Los
RSU se han de reencarnar en nuevos nutrientes biológicos o industriales, en
nuevos materiales y nuevos objetos de una manera continua.
Muchos de los sectores
tradicionales han de continuar cumpliendo un papel importante en esta tercera
revolución industrial; se seguirá con la construcción de vivienda, será bioclimática.
Con la agricultura y ganadería ecológicas y de cercanía, las manufacturas, la
comunicación etc. Etc.
Y sobre todo la energía.
Para dejar de extraerla de las entrañas de la tierra y dejar de emitir
toneladas de carbono a la atmosfera hay que, de forma definitiva, impulsar la
producción descentralizada de las energías renovables. Internet hace posible
sustituir las grandes centrales eléctricas y las refinerías por pequeñas
productoras de energía (en el jardín de casa, en la terraza de la comunidad, en
los tejados de los polígonos industriales, en las fábricas etc. Etc. Esta
revolución permitirá la creación de miles, millones de nuevos puestos de
trabajo.
Todo esto suena a utopía.
A base de utopía ha ido avanzando la humanidad.
El vapor fue la primera
revolución industrial, el motor de explosión la segunda. La ecológica y
energías limpias es la tercera. Si en España queremos, tenemos mucho que decir
y aportar, todo depende de los títeres-políticos que tenemos. Y a la vista
está, el sistema actual no se sostiene ni económica ni socialmente. Además, si
esto sigue como va, dentro de cuarenta-cincuenta años, para nuestros hijos y
nuestros nietos, habrá un clima hostil, los alimentos serán escasos, se
aniquilarán hábitats y especies con las consiguientes migraciones masivas;
habrá guerras por la comida y el agua. No es que yo lo pinte así de negro, solo
tenemos que abrir los ojos, mirar a nuestro alrededor y ver el horizonte.
Benidorm
27/03/2012
Antonio Avío Vázquez
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