lunes, 30 de julio de 2012


Masiva despedida a Diego Mena, el hombre que no sabía decir “no”

La sociedad dianense y la gran familia turística lloran la muerte de un ser humano singular.

Por Alberto Urbiola
Presidente de la Asociación Alicantina de Periodistas y Escritores de Turismo –A.A.P.E.T.-
Director de ABC Punto Radio Gandia


Siempre le califiqué como una de las mejores personas que me he encontrado en mi abundante vida social, personal y profesional. Diego Mena, el hostelero creador de Restaurante Casa Mena, en el final de la carretera de Les Rotes de Dénia, nos ha dejado para siempre. No superó un derrame cerebral que le tuvo ingresado desde varios días antes en el hospital comarcal de la MarinaAlta.

Ayer sábado día 28 de Julio, a las 11 de la mañana, su féretro abarrotó la iglesia de la Asunción y su amplia plaza exterior. Varios cientos de personas, de todos los estamentos de la sociedad dianense y de otros lugares, como su Oliva natal, acudimos apesadumbrados a despedir a un personaje volcado siempre con cualquier cosa que se le pidiera, que estuviera en su mano y que fuera para bien de los demás.

Conocí a mi admirado Diego hace más de un cuarto de siglo. Formaba parte muy activa de aquellos románticos emprendedores del Turismo que constituían los Centros de Iniciativas Turísticas –C.I.T.´s-, concretamente el de Dénia. Junto con el recordado Julián González Cuenca, Miguel Agulles, Evaristo Arias, Pepe Chelet, Juan Riera y algunos otros que intentaban y conseguían suplir la falta de voluntad política y medios materiales con su empuje, su esfuerzo, su tiempo y su dinero, si era para que el Turismo de Dénia fuera hacia delante.

Esos CIT´s que conformaron tantos años el Fomento Provincial de Turismo, presidido mucho tiempo por el también añorado y excelente persona, Paco Parrilla, de Jávea, al que sustituiría el no menos entrañable Pepe Andreu, de Torrevieja.

Con solo 68 años, Diego Mena se había ganado a pulso la admiración y reconocimiento general, le nombraron y distinguieron con un montón de cosas, apoyó todo lo imaginable, turístico, social, deportivo… era un ser humano especial, con un optimismo patológico consciente, a diferencia de otros inconscientes que recientemente han habitado en la Moncloa.

No le ponía pegas ni veía problemas en nada y para nada. Hace una veintena de años fui a verle para ofrecerle un reto. Estábamos organizando una promoción turística en Bruselas, había que cocinar y servir un buen arroz abanda a unas 150-200 personas. No podíamos fallar, porque eran todos agentes de viajes y periodistas belgas.

Inmediatamente me contestó que sí. Le dije: Diego, piénsalo bien, que es una responsabilidad, vas a cocinar fuera de tu lugar habitual, tendrás que llevarte todo, es un reto y no podemos fallar en lo que es el distintivo promocional de Dénia: su gastronomía. “No padezcas. Yo me llevaré todo. Díme donde y cuando y yo me ocupo”.

Así lo dijo y así lo cumplió. Se llevó todos los ingredientes, útiles, recipientes… hasta el agua del mar de Dénia y creo recordar que a su hijo, Dieguito, para que no fallara nada.

Y no falló. Le salió majestuoso, como siempre, todo en su punto, los invitados quedaron encantados y, con ello, la promoción de Dénia en Bruselas. La anécdota es que, tras los postres, entré a la cocina del restaurante donde servimos la comida, en medio de un bosque paradisíaco, para felicitarle y comunicarle su éxito y “le pillé” embalando unos bultos de un cierto tamaño. Le pregunté qué era aquello y me contestó: “nada, nada, cosas que he traído para trabajar… “ restándole importancia. Picado por la curiosidad, miré con detalle el contenido y eran… dos botellas de butano que había facturado por transporte internacional. Enfadado, le dije: “Diego, que en Bruselas hay butano hace muchos años…” respondiéndome: “heeeey, qué vols?. Yo no sabía lo que me podía encontrar y me dijiste que no fallara. Aixina es que…”.

El transporte que utilizó para transportar aquello era de viajeros por carretera. Pensé y me contuve que si pasaba algo acabábamos todos en la cárcel. “De puta mare, no?”, me dijo. “recuérdame que te mate un día de estos, Diego”, le espeté yo riéndome y zanjando la situación.

Siempre estaba dispuesto para lo que se le pidiese si era por el bien de Dénia, del Turismo, de la Costa Blanca. No sabía decir no. Fuera para el Concurso de Arroz abanda, promociones turísticas donde fueran, Expo Dénia, el CDT, AETHMA… siempre estaba dispuesto y lo daba todo de corazón… y muchas veces de su bolsillo.

Los hosteleros y la gran familia del sector turístico en general de Dénia, de la Marina Alta, de la Costa Blanca y de la Comunitat Valenciana le debemos mucho a este emprendedor incansable. Nos dió muchas y buenas lecciones de su saber, de su actitud y filosofía ante la vida en general, de amor a su profesión, a su Oliva natal y a su Dénia adoptiva donde residió desde 1945, amor a su “manchega” y sus hijos, a todo y a todos.

Si no conociera el parte médico que cita inequívocamente un derrame cerebral, pensaría que tu muerte se ha debido a la rotura de tu corazón, por exceso de tamaño.

Creo recoger el sentir general al decir que somos muchos los que te hemos querido y te queremos, te admiramos y has dejado una huella imborrable.

Ojalá que cuando nos juntemos en el más allá, donde sea, pueda seguir compartiendo y disfrutando de tu amistad, de tu humor, de tus ocurrencias y de tu forma de ser. Nos reiremos recordando tantas y tantas batallitas.

Tengo la percepción de que, cuando la muerte llamó a tu puerta, tampoco supiste decirle que no.

Gracias por ser como fuiste y como vas a seguir siendo en mi memoria, porque no pienso olvidarte.

Un fuerte abrazo, amigo y que me esperes mucho tiempo. Después tendremos toda la eternidad.












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